Hoy estoy fatal a nivel de control de mis emociones. Estoy al borde del llanto. Me consumo a mí mismo, lo tengo claro. Soy incapaz de entenderme en estos momentos. Igual me encuentro fenomenal un día, como me despierto al siguiente agobiado, enfadado, disgustado, nervioso e incluso colérico.
El sueño, ese momento incontrolable, desata en mí dolores profundos. Eres recurrente, sueño más ahora contigo que cuando estabas a mi lado; y me consumen el dolor, la ira, los celos, la rabia y la frustración. No consigo dejar ir toda esta amalgama de sensaciones, y me llevan los demonios.
A veces creo que debería dejar salir todo esto que llevo dentro, dejar explotar a mis sentimientos y que sea lo que dios quiera. Patalear, llorar desconsolado, golpear a todo lo que me rodee sin sentido, destrozar los objetos... Pero dudo que eso me vaya a solucionar nada.
Estoy bloqueado, confuso. No consigo definir una dirección en mi vida. No sé qué quiero hacer con ella. Todo me da miedo: vivir solo de nuevo, tener aventuras, pasar tiempo en familia, viajar... No sé si quiero vivir en la ciudad o en el campo, me disgustan mucho algunas compañías... Vamos, que estoy hecho un lío.
Me cuesta comprar ropa (todo parece que me quede mal), ir al cine, pasear por la zona en que vivíamos, recordar otros tiempos en otros lugares... Siento que los pasos que estoy dando se deben más a la obligación que a la intencionalidad, que mi vida se autodirige.
Es ahora cuando me doy cuenta del daño que me has hecho. Me enamoraste durante tanto tiempo, y el dolor que siento ahora es tan profundo que no consigo llegar a las raíces para extirparlo. Lo corto, una y mil veces, pero vuelve a crecer. Me obligo a no pensar, a centrarme en otras cosas, pero el recuerdo de tu pelo, tu presencia, tu olor, tus caricias, tus palabras me atormentan.
Quiero dejarte ir, para permitirme vivir. Pero a la vez espero que en un futuro te des cuenta de lo que perdimos y quieras recuperarlo. Y no es forma de hacerlo, y no creo que el tiempo vaya a arreglar nada. Me da muchísimo miedo decidirme a dejarte ir sin la esperanza de tu retorno. Me da miedo que no te des cuenta jamás de lo que escribo aquí, que no me quieras más. Sufro por la idea de verte sin tenerte, y me está matando.
Tomaste una decisión, decidiste irte con otro en vez de luchar por nosotros, y me hiciste daño. Y yo tengo miedo de tomar las mías, y acabar haciéndonos daño a los dos. Sólo pido que, cuando no me quede más remedio, mis decisiones no te alejen para siempre de mí. No me gustaría dejar de verte, de hablar contigo durante el resto de mi vida.
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