sábado, 20 de septiembre de 2014

Desde la lejanía

Es un día muy extraño para mí. Hoy, por primera vez, temo sinceramente por la vida de otra persona que no somos ni yo ni tú; no puedo hacer nada más que esperar y esperar, deseando que la tercera persona en esta ecuación esté descansada y acertada en la operación.

Y mientras tanto, he sufrido otra noche de mierda, donde mi cerebro me ha vuelto a jugar una mala pasada y me ha cortado un descanso necesario. Esta vez, la revolución del mismo partió de un desafortunado comentario tuyo en las redes sociales (que por cierto son algo genial para marear a la gente en este tipo de situaciones).

¿Por qué no te elimino de las redes? Por un doble motivo: primero porque ya lo intenté y me pediste que te volviera a conectar; y segundo porque soy gilipollas (o un calzonazos), no soy capaz de extirparte de mi vida aunque sé que es necesario para mí. Según Walter Risso, un escritor y psicólogo versado en estos temas, eso es un tipo de dependencia afectiva, y empiezo a pensar que está en lo cierto: tres meses; un engaño continuado con otro tipo; varias mentiras y salidas de tono posteriores (como por ejemplo la de anoche) no han conseguido que te odie, que te extirpe de mi vida como un cáncer. Lo peor es que todavía fantaseo de vez en cuando con que vuelvas conmigo. Así de estúpido soy.

Si no te quito de enmedio es por miedo a hacerte daño... ¡¡¡Yo a ti!!! Después del daño que me has hecho y haces, todavía miro por tu bienestar. Me parece sinceramente increíble estar así, ocultando a todo el mundo tu engaño, tu relación furtiva con un casado (inciso, para tu información: si empieza a poner excusas para cortar con su mujer, tipo 'es que ahora está deprimida', 'no es buen momento', 'la niña está mala'... Muchas veces decir 'no puedo separarme' significa en realidad 'no tengo redaños para hacerlo'. Una cosa es querer y otra tener los redaños para darlo y apostarlo todo por ti. Si verdaderamente te amara hasta las últimas consecuencias, estaría contigo).

Menos mal que tengo buenos amigos, que me aguantan todos estos altibajos y me apoyan en todo momento. Tengo suerte de tenerlos, y lo digo con todo el orgullo. Me recuerdan cada día cuál es el camino que debo tomar, me empujan hacia adelante en los momentos de mayor inseguridad, y poco a poco me apoyan para que consiga olvidarme de ti.

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