lunes, 8 de septiembre de 2014

El síndrome del familiar en coma


Es curioso: desde el momento en que me confirmaste que te ibas a convertir en una segundona, me siento liberado. Tendría en teoría que ser al revés, pero saber que no quieres conceder ni la más mínima oportunidad a una reconciliación me ha tranquilizado al máximo.

Ya no tengo que esperarte, pensar en 'y si...', esconder mis emociones ni mis ideas. Tengo la libertad de poder hacer lo que me plazca a voluntad, sin tener que contar con tu decisión o pensando qué te parecería.

¿Sabes qué te digo? ¡Gracias, gracias y mil veces gracias! Me has quitado un peso de encima que llevaba tiempo lastrando. Ahora por fin voy a poder llevar una vida plenamente mía, y voy a poder tomar la decisión de incluir en ella a una persona que comparta mis ideales, mis valores, y mis gustos de una forma más sana.

Añado esta frase, porque creo que mi siguiente paso será perdonar lo que hiciste. ¿Cuánto tardaré? Lo menos que pueda, seguro; no quiero tener más tiempo esta carga encima de mí:


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