martes, 9 de septiembre de 2014

La infidelidad. Por qué existe y que conlleva


He decidido plasmar mi opinión acerca de varios asuntos relacionados con el tema de la infidelidad. No sé si valdrá para algo, ni si lo leerá alguien, pero creo que será beneficioso para mí aclarar ciertas ideas que me rondan acerca de estos asuntos.

Lo primero: la infidelidad no es únicamente de tipo sexual. De hecho, existen otros tipos de engaños en la pareja más comunes que pueden llevar al traste con todo. En mi caso, cielo, todo empezó con una infidelidad basada en una mezcla de desahogo emocional (por parte de él con su pareja), mezclado con tu miedo a perder tu autonomía e independencia personales.

Sí, empezaste a verle por varios motivos, no sólo por esto. Pero es cierto que te entró el miedo en el cuerpo, que te sentiste atada a mí en el presente, y eso no lo podías consentir. Llevas demasiado tiempo haciendo lo que te da la gana en todos los aspecto como para tener que pedir permiso a estas alturas en decisiones que te gustaría tomar únicamente a ti, sin contar con nadie. El problema es que, viviendo en pareja, muchas de estas decisiones presentan problemas y reacciones que afectan a la otra persona, y deben ser comentadas con él/ella para conocer su opinión. La vida en pareja es así; y, si no te gusta, lo mejor que puedes hacer es vivir solo/sola. ¿Qué crees que va a pasar de aquí a un periodo razonable de tiempo? ¿Piensas que él no te va a demandar ese compromiso que yo te pedía? ¿Qué harás entonces?

En cuanto al desahogo emocional... No es por nada, pero eso se soluciona teniendo amigos. No entiendo qué necesidad hay de esconderse para quedar a escondidas y contarse confidencias de este tipo, salvo que haya un interés mayor por parte de los dos. Lo único que se puede sacar de esta actitud es la sensación de estar haciendo algo prohibido (lo que genera un aumento de algunas hormonas, nos hace sentir alerta, y nos genera un cierto grado de excitación), y la posibilidad de que nos pillen y se prepare el lío.

Por otra parte, creo firmemente que el tema de la fidelidad en la pareja no es negociable. Tampoco se debe consentir ni alentar, pues vivimos en una sociedad donde libremente nos comprometemos a mantener relaciones monógamas. Ese compromiso se 'firma' por las dos partes que conforman la relación y debe ser respetado por los dos. En el momento en que una de las partes se lo salte, estaremos rompiendo el equilibrio de la pareja, lo que provocará una injusticia para la parte engañada. Normalmente, cuando una persona muestra tolerancia hacia la infidelidad, lo hace siguiéndose por alguna o varias pautas como éstas:

  • Nadie sabe qué puede pasar después de una infidelidad. A lo mejor mejora tu vida...
  • Es muy difícil luchar contra las emociones. La posibilidad de ser infiel está ahí para todos
  • Mientras la pareja no se entere...
  • En el fondo no es tan importante
Existen muchas más, por supuesto. Pero lo importante es darse cuenta de que, cuando pensamos así, realmente lo que hacemos es dar muy poca importancia a la vida en pareja, y nos predispone a ser infieles, acto que conllevará un dolor en al menos una persona a la que se supone que queremos. (y alguna más, teniendo en cuenta que puede que tengamos hijos, familia, etc., que se sentirán dolidos, defraudados...).

Aquí dejo una parte del texto extraído de http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/06/26/los-once-motivos-que-nos-conducen-a-la-infidelidad-100731. En él se muestran, según los autores, los 11 motivos principales por los que se cometen infidelidades: 

"- La monogamia nunca ha sido aceptada. El sujeto nunca ha tenido la intención de ser monógamo. A pesar de haberse casado o haber aceptado un compromiso. Nunca ha querido tener sexo sólo con su pareja. El matrimonio, para él o ella, sería sólo un sacrificio hecho para mantener en el tiempo una relación que consideran satisfactoria. La monogamia para estas personas no es más que una molestia, algo a evitar, más que algo a mantener.


- Nuestra pareja no nos da lo suficiente. Se trata de una razón muy común para ser infiel. El sujeto encuentra que su pareja no le aporta el suficiente amor, el tiempo y la atención que considera adecuadas, y que sí reciben la familia del cónyuge, los niños o el trabajo. Muchas veces estas personas no son conscientes de sus necesidades emocionales, no lo hablan con su pareja y, finalmente, acaban siendo infieles.
- Creemos que el amor ha desaparecido. El sujeto infiel percibe erróneamente que el amor se ha acabado en la relación, porque ya no se da la intensidad sexual y romántica propia de los primeros pasos en una relación. La realidad es que, en las parejas sanas, a medida que pasa el tiempo el amor se transforma en mayor compromiso, intimidad y confianza.
- Existe un vacío emocional. Si la relación es insatisfactoria lo más normal es que, antes o después, uno de sus miembros acabe siendo infiel. Máxime si los problemas de la pareja hacen a una de las dos personas alejarse del resto de personas cercanas o amigos. El sexo y el romance se utilizan para llenar un vacío emocional.
- Sabemos que vamos a dejar a nuestra pareja, pero queremos tener a alguien en la recámara. Así de simple. Antes de enfrentar la realidad y decirle a nuestra pareja que para nosotros la relación ha terminado, buscamos a un suplente, para poder reemplazar a nuestro compañero en cuanto se haya tomado la decisión. Muchas veces esto se hace de manera inconsciente, pero se hace.
- Nos sentimos inseguros. La persona infiel se siente en inferioridad de condiciones respecto a su pareja: más viejo, más feo, con menos dinero… La infidelidad sirve para reafirmar su valor en el mercado amoroso, subir la autoestima al considerarse deseable. El problema es que las infidelidades causadas por este motivo no suelen ser meditadas, y el arrepentimiento está a la vuelta de la esquina.
- Nos aburrimos. Aunque la relación pueda ser en términos generales satisfactoria, en algún momento simplemente una de las partes se aburre y quiere probar algo especial. Encuentra un placer misterioso e intenso en una relación secreta.
- “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Esto suele ir unido a cualquiera de los otros motivos. Pensamos que mientras no nos pillen no estamos haciendo daño a nadie. El problema es que, tarde o temprano, te acaban pillando.
- Queremos tomar represalias. Algunas personas engañan sólo como venganza por un comportamiento de su pareja que consideran injusto. Quizás como sospecha de una infidelidad de la otra parte, antes de comunicar nada, preferimos ser nosotros también infieles.
- Tenemos un trauma no resuelto. Según numerosos estudios, las personas que han sufrido en la infancia algún tipo de trauma como un abandono emocional, maltrato físico o abuso sexual son más propensas a ser infieles respecto a sus parejas. Tal como explica Cañamares, la fidelidad también se educa: “Se es más infiel si se han visto determinados comportamientos en el entorno familiar. No sólo infidelidades de tus padres, sino también con el resto de familiares o amistades”.
- Tenemos expectativas irracionales de lo que nuestro cónyuge debe ofrecer. Estas personas esperan que sus parejas les concedan todo lo que piden, y cumplan todas sus necesidades. Cuando sus parejas, inevitablemente, fallan, sienten que la infidelidad está justificada. En estos casos, tal como cuenta Cañamares, la educación también juega un papel esencial: “Los niños mimados son más propensos a ser infieles, pues no han aprendido a sobreponer sus deseos”."
Sinceramente, creo que vivimos en los mundos de Yupi (revisad Youtube aquellas personas que no sepáis de dónde sale esta referencia): estamos tan condicionados por los medios de comunicación, nos tragamos tal cantidad de mierda, que pensamos que las relaciones de pareja tienen que ser siempre perfectas, el sexo siempre genial, los posibles niños extraordinarios... Debemos solucionar nuestros problemas siempre charlando de forma tranquila, con buena cara y acabando en la cama tras encontrar una solución que satisfaga a las dos partes por igual...

Tarde o temprano todos nos damos cuenta de que esto no es así, de que las relaciones de pareja presentan problemas reales, y está en nosotros afrontarlos como mejor podamos o sepamos. No soy un defensor de 'aguantar lo que nos toque para siempre', pero sí defiendo la idea de luchar por aquello que queremos, y no salir corriendo al menor problema que se nos plantee.

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