domingo, 31 de agosto de 2014

Tres semanas sin verte



Esta mañana me he levantado angustiado. Últimamente es así: paso el día más o menos bien, distraído con mis cosas, e intentando no pensar en ti; pero cada mañana me despierto nervioso, asustado. Es increíble cómo mi propio cerebro juega por las noches a fastidiarme la vida con tu recuerdo.

Quizás se deba a que en los últimos dos días te hayas puesto en contacto conmigo para comentarme algunos aspectos poco importantes. Antes de eso mantuvimos una última conversación por mensajería donde la cosa no acabó muy bien (me negué a volver a ponerme en contacto contigo, y te pedí que dieras tú ese paso cuando te sintieras preparada), y desde entonces pasamos una semana sin ningún contacto.

Lo raro del asunto no es que hayas hablado conmigo, sino sobre qué lo has hecho. Me comentaste aspectos relacionados con tu día a día, como si mantuviéramos todavía nuestra relación, mezclado con otros asuntos cotidianos pendientes de resolver por ambos. Yo, por mí parte, he hecho todo lo posible por mantener un diálogo lo más distante posible. Reconozco que me ha costado no usar un 'te quiero' o términos que sólo utilizábamos entre nosotros, y que me ha costado muchísimo más mantenerme frío, hablándote sin dejar pasar mis emociones con las palabras.

Hoy, pensando en todo esto, me he dado cuenta de que han pasado tres semanas desde el último día que te vi (aquella charla donde  se descubrió 'el pastel'). Creo que nunca habíamos pasado tanto tiempo separados desde que empezamos a salir, y me ha creado angustia; sobre todo porque, por circunstancias del destino y del trabajo, nos vamos a ver obligados a no vernos durante varios meses a partir de ahora. Me da miedo pensar que, si ahora estoy así,  no quiero saber cómo me voy a encontrar dentro de un par de meses o más.

También se mezcla, estoy seguro de ello, un nuevo aspecto: las mujeres han vuelto a mi vida en el plano sentimental. No digo que haya pasado nada con alguna mujer durante este periodo, sino que han vuelto aspectos que tenía olvidados: el coqueteo, las pulsiones sexuales, y los pensamientos sobre una u otra posible pareja. Además, me avergüenza reconocer que durante este periodo he tenido más 'reuniones' y charlas con mujeres  de las que seguramente haya tenido en mi vida. Me siento cómodo, confiado con ellas, como cuando salía contigo, y también desinhibido: soy capaz de realizar cumplidos y flirteos como nunca hubiera imaginado que sería.

Tengo a la vista una pequeña escapada para visitar a alguien que me ha ofrecido su apoyo y consuelo en estos momentos, que me comprende porque pasó por lo mismo. Me avergüenza reconocer que es bastante probable que acabe en algo más que palabras, y que por una parte lo deseo y por otra parte me hace sentir culpable, como si te estuviera engañando.

Es muy raro todo esto, sinceramente. Tengo claro que no se puede superar todo en tan poco tiempo, pero algunas sensaciones que estoy teniendo me desconciertan. Para mí es nuevo: nunca he sido una persona  ligona, y tampoco he tenido relaciones casuales, pero tampoco me he cerrado a la posibilidad de tenerlas (salvo el tiempo que pasamos juntos, y que cumplí a rajatabla); y, ahora que llegan el momento y la posibilidad, me entra el sentimiento de culpa.

Cada día que pasa estoy más convencido de que en el fondo aún te quiero, que  muy en el fondo deseo todo estosea simplemente un bache en nuestra relación. Si me pongo a pensar, lo tengo todo en contra: amigos, familiares y libros de autoayuda diciéndome que no te dé más oportunidades,  algunos comentarios que me hiciste la última vez que hablamos sobre esto, donde me hablaste del fin de nuestra relación y de otras cosas que prefiero no comentar aquí... Pero (y aunque me tachen de loco, confundido, o psicópata) noto el dolor y la inseguridad tras tus palabras. Sumado a la confusión detrás de tus pensamientos cuando hablamos sobre todo esto aquella noche (donde por momentos me aseguraste que con quien realmente querías estar era conmigo) y al tiempo que nos vamos a alejar de forma obligatoria y a la distancia física a que te vas a ver sometida, tengo el miedo y a la vez la esperanza de que, cuando vuelvas, te hayas dado cuenta de lo que realmente perdiste hace ya dos meses y pretendas volver a mi lado. No sé si habrá sido tiempo suficiente para fortalecerme emocionalmente, para volver a verte como una igual; para valorar convenientemente la decisión que me veré obligado a tomar en ese momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario