jueves, 28 de agosto de 2014

Casi 2 meses después


Ya hace casi dos meses desde aquella noche. Todavía la recuerdo y me angustio, pensando en el momento exacto en el que tu mirada me confirmó que no vivía un cuento de hadas, que nuestra vida se había convertido en un engaño.

Sigo sin poder explicar de forma consciente qué paso, por qué decidiste engañarme durante tanto tiempo con otra persona. Sigo sin saber qué impulsó a una persona, a la que tanto quería y admiraba, a tomar la decisión de verse a mis espaldas con alguien diferente. No acabo de entender qué pasó en tu cabeza para que tomaras la decisión de cambiar tu vida (maravillosa, fácil, sencilla y bonita según tus palabras), por las palabras de alguien con pareja estable e hijos.

Me cuesta muchísimo comprender por qué lo hiciste: apatía, rutina, dejadez, búsqueda de nuevas experiencias... Ninguna de ellas justifica que decidieras romper nuestro vínculo de forma unilateral, sin aviso ni anestesia. Aquella fatídica noche, donde las tecnologías te jugaron una mala pasada, nos mataste a los dos.

Tus explicaciones, a la vez coherentes, a la vez absurdas, acerca de que te habías enamorado de otro hombre, de que lo habías buscado tú, de que nuestra relación era extraordinaria, pero desde un punto de vista de convivencia y no de pasión, me dejaron de piedra. Nunca podré explicarme qué había en tu cabeza tres meses antes de ese momento, cuando mantuvimos aquella conversación donde me confesaste no estar pasando un buen momento a nivel emocional, donde con muchísimo dolor te ofrecí la posibilidad de terminar nuestra relación, y donde insististe hasta la saciedad que se trataba de una cuestión temporal y me pediste por favor que te diera algo de tiempo para aclararte.

Nunca podré comprender por qué me hiciste a mí esto, por qué decidiste engañar a alguien que te quería, te respetaba y te trataba bien; a alguien a quien querías (porque eso no lo he puesto nunca en duda).

Tampoco comprenderé nunca tu actitud durante estos dos meses, durante los que han pasado tantas cosas que podrían servir para escribir un manual de supervivencia ante el desamor: intentos de reconquista, engaños, medias verdades, frases fuera de contexto que nos dolieron a ambos... Ahora mismo me gustaría haber evitado todos estos días, haber tomado la determinación de plantarme aquel día y haberte deseado la mayor de las suertes. Nos hubiera dolido a los dos, pero por lo menos no hubiera perdido mi confianza en ti.

Lo que más me molesta es que, a pesar de todo, aún siento algo; aún conservo la esperanza de despertarme y darme cuenta de que todo ha sido un sueño. No me sale odiarte, aunque a veces lo deseo con todas mis fuerzas, pero tampoco me sale quererte. Y eso me duele casi más que todo este engaño...

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