domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Qué siento?


Creo que este es con diferencia el blog al que más tiempo he dedicado. Es más, intento olvidarme de él y seguir con mi vida, pero cada cierto tiempo tengo la necesidad de volver aquí y darle vueltas al tema una vez más.

No consigo quitarme de encima tu presencia. De forma consciente no estás presente en mi vida; mi día a día te omite casi sin esfuerzo, salvo cuando chocamos de frente por uno u otro motivo. Pero las noches me están machacando vivo: una y otra vez te vuelves recurrente (esta noche pasada también, sí), apareces en las situaciones más dispares, y despierto triste.

Es increíble el poder del apego, y lo que ello supone. Supongo que la tristeza tiene que ver con mi nueva situación de soledad, de lejanía de la estabilidad de la pareja, y otra serie de cuestiones que no consigo localizar. Ahora mismo me siento muy triste al pensar que ya nunca nada de lo que haga va a volver a ser igual, que no voy a volver a pensar en ti cuando organice planes, viajes y demás.

Desgraciadamente, no consigo recuperar mi felicidad. Es más, intento pensar la última vez en la que me he sentido pleno y feliz, y sólo recuerdo momentos a tu lado. Por supuesto, todo lo que llevo pasado en los últimos meses tampoco me ayuda, aunque espero que sea una cuestión meramente temporal. Pero me gustaría tener algo de suerte para variar esta dinámica.

Por otra parte, pensando fríamente en cómo me estoy moviendo, sé que tengo motivos para sentirme orgulloso de mí mismo: mi capacidad para resistir todo lo que se me ha venido encima de golpe, la forma en la que estoy recuperando viejas amistades y construyendo otras nuevas con la edad que tengo, mi nuevo hábito de proponer planes sin esperar a que alguien lo haga por mí, las increíbles muestras de cariño por parte de mis amigos y de otras personas de las que en principio no hubiera esperado esto... Pero esto es una balanza; y, en el otro lado, todavía pongo cosas que no me acaban de gustar: mi cuerpo, mi inmovilismo, mi capacidad para ningunear mis propios méritos, mis miedos internos... Y sigo dándole más valor a éstos frente a los otros. Tan triste como cierto.

Sí hay una cosa buena desde que pasó todo esto: he descubierto que tengo 'cierto tirón' femenino. No es que sea lo más importante para mí, pero en cierto modo me ayuda sentirme atractivo y deseado. Supongo que en parte tiene que ver con mi actitud actual de desinhibición, y mi estado de constante coqueteo. Pero me resulta curioso darme cuenta de que, si bien seguramente ninguna mujer representa ahora mismo algo de la misma importancia que tú has supuesto para mí durante estos años, existe una cierta cantidad de mujeres que ven en mí lo que tú dejaste de ver; y que valoran por encima de todo lo que yo ofrezco frente a las luces de colores y fuegos artificiales de 'Mr. Satriani'.

Tengo que parar ya. Hoy trabajo, y tengo que ponerme manos a la obra dentro de un rato. Pero me gustaría dejar una reflexión sobre todo esto: leí una frase hace unos días que me gustó mucho, y que decía así algo como 'ella se enamoró de sus flores y no de sus raíces, pero cuando llegó el otoño no supo que hacer'. Quizás no vuelva a encontrar a alguien como tú o quizás sí, pero tengo claro que me voy a fijar mucho más a partir de ahora en el interior de una mujer. Ojalá tú acabes haciendo lo mismo y no te dejes deslumbrar nunca más por los brillos en los espejos.

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