Al final me casé con el amor de mi vida (que, por lo visto, no eras tú). Tengo una familia, una casa, un trabajo que me gusta... En mi caso, la vida se ha encargado de enseñarme que, si bien a veces te llevas palos como el que viví cuando empecé a escribir este blog, lo que te encuentres más adelante no tiene necesariamente por que ser malo o peor que lo que tenías.
Hoy, desde la oscuridad de una habitación en silencio, me despido de este blog. He releído mis antiguas entradas, he recordado sin rencor todo de nuevo, y estoy listo para cerrar esta puerta para siempre. No voy a volver aquí, no lo necesito.
Estés donde estés, vive feliz lo que te quede de vida. No tiene sentido perder el tiempo arrepintiéndose constantemente de lo que ya pasó.
Adiós.